Devocional: “La diversidad cultural en el plan de Dios.”

“Algunos de ellos, que poblaron las costas, formaron naciones y clanes en sus respectivos territorios y con sus propios idiomas” Génesis 10:5

Hoy en día, se calcula que existen aproximadamente unos 6000 idiomas en el mundo entero. Entre ellos, los idiomas más hablados como lengua materna son el Chino Mandarín (1200 millones), el Español (400 millones) y el Inglés (335 millones).

A primera vista, muchas personas llegan a la conclusión que la diversidad cultural y lingüística es una consecuencia drástica del episodio de la Torre de Babel, en Génesis 11. En ese evento, Dios observa un pueblo lleno de orgullo, intentando construir una torre que llegue hasta el cielo para hacerse famoso y evitar ser dispersado. Al observar esa actitud, el Señor desciende y los dispersa. ¿Pero cuál es el contexto de este pasaje?

Ya desde Génesis 9, después del diluvio, Dios hace un pacto con Noé, bendiciéndole y pidiéndole que sean fecundos, que se multipliquen y llenen la tierra (Génesis 9:1). En Génesis 10, vemos a los descendientes de Noé obedeciendo a Dios, llenando la tierra, estableciendo naciones y clanes, con sus propios idiomas (Génesis 10:5, 20, 31, 32). Queda claro en el relato que las naciones, clanes, culturas y lenguas, eran no un castigo de Dios, sino un medio de obedecer a Dios y llenar la tierra.

El episodio de la Torre de Babel justamente viene a cuestionar la actitud contraria a la voluntad de Dios de encerrarse en un solo lugar, con un solo idioma, y pretender estar por encima del resto. La dispersión de las naciones en distintas culturas e idiomas no es un castigo, sino una invitación a la humanidad a disfrutar la diversidad cultural, puestas todas las culturas en un pie de igualdad, y todas ellas adorando y sirviendo a su Creador.

Algún día se cumplirá el plan que profetizó Isaías y el Apóstol Pablo reafirmó:

“que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”